viernes, 28 de enero de 2011

Sueña

La vaca sueña muertes, sé que lo hace. Nunca la vi, está claro, pero sé de sus noches y la oscuridad de los abismos por los que deambula. Rumia los sonidos, los demonios ajenos, los de mujeres que ya perecieron y también los míos, que estoy viva. Come mi alma y luego la regurgita para volverla a masticar con sus molares, envolverla con su lengua, con su saliva, caliente, pegajosa, la vaca.

Su cuero se lacera cuando siente el placer que acaricia las pieles de sus hermanas, humanas, reales, cercanas. Las envidia.

Algunas tardes llegan a mi los ecos de sus pasos. Nunca la he visto.

Pienso que sufre. Sé que llora. Quisiera consumirse en fuegos, pero aún no ha sido dispuesta su hoguera. Solo le es dado ahogarse en su ansiedad de muerte.

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