lunes, 30 de marzo de 2009

Lunes

Pienso en lo que vendrá.

Este lunes trajo consigo ansias por el futuro.

Tengo que vivir este segundo, me insisto a mi misma, pero éste se me escapa inmediatamente después por la presión que ejerce la miseria de la modernidad: la incapacidad de percibir el ahora. La evasión constante del momento. La deserción del presente.

El problema, concluyo, es pensar.

jueves, 26 de marzo de 2009

Estómago

Está vivo, lo sé.

Tiene su propio cerebro, o capta, por un sistema no descubierto aún, impulsos nerviosos del mundo exterior. De él se nutre. Gracias a él vive. Por él me tortura. Siento dolor.

Se convulsiona adentro mío. Espástico desprende un ácido que inunda el resto de mis órganos, los pudre, los seca, los hace desaparecer. Como un monarca loco y desquiciado, tirano, solo quiere preservarse a él mismo. Preso en su locura ha emprendido esta batalla adentro mío.

Mis lágrimas son la única manifestación de la odisea épica, que sin armas ni caballos, mi estómago libra contra el resto de mis órganos.

Momento. Ahora lo comprendo, él ha dominado mi cerebro. Es mi cerebro quien está proveyéndole el músculo con el que se fortalece para la batalla, la batalla con la que me ha secado el cuerpo.

Puedo escribir porque el cerebro todavía funciona, pero entonces mis dedos, mis dedos, ¿por qué se mueven? Si es mi estómago el que ha dominado todo. ¿Por qué mis dedos se empeñan en contar la historia? ¿Se han fortalecido a escondidas y están planeando un golpe de estado?

No. Y es claro porque no. Mi estómago dicta estas líneas. Él quiere que se conozca su enorme proeza conquistadora.

Sólo él latirá adentro mío cuando no haya corazón, sólo él reirá en mi interior cuando el alma me haya abandonado, debilitada, por una lucha que nunca se imaginó que iba a librar.

Él esta vivo. Yo estoy muerta

lunes, 16 de marzo de 2009

Vacuidad

Lunes. Estoy vacía. No tengo órganos, solo piel y huesos. Vacía.

Si intentara arrojarme al suelo con furia para estallar en mil pedazos, solo haría un ruido seco, porque adentro no hay nada.

¿Ni siquiera sangre? Ni siquiera sangre. Solo el caparazón fosilisado que protege la nada. Noble tarea, sin embargo, la de proteger la nada. Así es, aunque dejame que lo dude un ratito ¿noble? ¿te parece? quizá sea algo imbécil. Entonces ¿no habrá ríos de sangre bordó cuando estalles? No, y además ¿quién te dijo que mi sangre era bordó? digo era, porque ya no hay nada adentro. La sangre de todos es bordó. Eso no es cierto, yo una vez conocí a alguien que tenía sangre color gelatina. Gelatina no es un color. Para mi sí lo es. Bueno. Sí, bueno, igual solo te quiero decir, para terminar, que no va a haber ríos de sangre. Eso ya me lo habías dicho. Solo habrá ríos de nada. Ríos de nada.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Pienso

Como, trago ansiedad y se me atora en la garganta. Digo, se me atora en la garganta poque ahí es donde siento una pelota, un nudo, algo que se niega a ser digerido.

Como, trago ansiedad y mientras la como o la tragro y me atoro pienso en la bulimia. ¿Habrá receta para vomitar los parásitos que nos pudren?

Mientras la ansiedad se amotina en mi garganta, armando barricadas, resistiendo, impidiéndome respirar pienso:

Pienso que hay un país que no fue descubierto, que se le escapa a los satélites, que los descubridores nunca lo han alcanzado, que le fue caprichoso a los exploradores y que está esperando que yo lo conquiste.

Pienso en todos los puertos de este mundo, en la niebla de madrugada y en las nostalgias (saudades) que allí dejaron los que partieron. Las ilusiones de los que llegaron nunca perduran, en cambio.

Ya no llega oxígeno a mi cerebro, no circula por mi cuerpo, es ese muro que se enquista en mi garganta otra vez. Ya no pienso.

martes, 3 de marzo de 2009

Angustia

De nuevo con ganas de vomitar todo lo que adentro mio tiene capacidad de sentir. Pero, al mismo tiempo, algo adentro mio se niega a dar ese paso hacia la bulimia de las sensaciones.

Estoy, siento que estoy desarrollando este estado en el que puedo vivir la angustia como vivo la felicidad.

No trato de escaparme de la pena, del dolor, de la pesadez. Solo la vivo. Y la sensación es tan pero tan rara.... una nueva experiencia.

Es como si te le pararas de frente, la vieras cara a cara, la sintieras en todas sus dimensiones, sin buscar evasiones. No, no, ahí estamos las miserias y yo, viviéndonos.

lunes, 2 de marzo de 2009

Ausencias (en mi casa)

Reflexioné sobre las cosas que no están, que nunca estuvieron, como la vaca, que nunca estuvo ahí.

Vi mi sillón y vi a Tim Burton, que nunca se sentó en él.

La salida al océano de Bolivia estaba pintada en un cuadro que colgaba sobre una pared que nunca fue levantada.

Miré mi cocina y sentí el olor de un pescado que nunca fue horneado (que nunca será).

De mi dormitorio al comedor circulaba, en puntitas de pie, una compañía de ballet ruso que se desintegró en 1934.

Entre mis libros encontré esa novela que aún no escribí y una traducción a una lengua olvidada de mis obras completas (Suena a muerte pensar en obras completas), mientras, un tocadiscos que se rompió en la década del 70’, hacía sonar incesante la música de una película muda.

Busqué apartar mi mente de tanta imagen. Me paré, entonces, en la puerta del baño, donde descubrí a un Emilio Salgari desvelado, escribiendo, acostado en mi bañadera, una nueva historia de Sandokan. Su imagen no se reflejaba en la mampara, era la cruz del sur la que se dejaba ver como estigma en el vidrio.

Cansada me acosté en mi cama pensando en ese Aleph que Borges me había regalado la noche anterior ´lo dejo en tu biblioteca’ me dijo el viejo y se marchó.

Soñé la geografía de Persia.