jueves, 30 de abril de 2009

Ayer

Ayer los teléfonos no sonaron en habitaciones vacías.

Ayer lloré como hacía mucho tiempo no pasaba, había visto lo que tan celosamente escondo desde hace 24 años, algo que me escondo, incluso, a mi misma. Ya había intentado, en otra oportunidad, abrir esa caja de pandora. Sin embargo, el contenido, más que aterrarme, me causó ese dolor insoportable con el que vivo hace años. No se trata de un dolor constante, tiene la periodicidad que acompaña a las cosas no resueltas. Carga esa latencia que desespera las almas e inquieta las mentes.

Ayer le vi la cara y lloré con sinceridad, un llanto reparador.

Ayer escribí esa carta hace 24 años pospuesta (?), quizá sean menos los años, no podría ponerme de acuerdo conmigo acerca de la cantidad.

Ayer vi las cosas más claramente, a pesar de tener los ojos empañados con el llanto.

Hoy son casi las cuatro de la madrugada y, mientras el sueño me esquiva, pienso en cuentos de Edgar Allan Poe. Pienso en su dolor y en su escritura impecable con la que buscó liberar su espíritu, como cuando escribió ese cuento que titula con mi nombre: Eleonora.

Pienso en la redención que al final del día todos buscamos. Y me pregunto ¿será que mi redención se da, tímida, pero no completamente, como un orgasmo inconcluso, cuando escribo? O ¿será que cuando escribo grito, como en realidad me gustaría hacer a veces, para desahogarme un poco?

miércoles, 29 de abril de 2009

A la deriva

Vivir a la deriva, pareciera ser éste el motivo intrínseco de mi existencia, pareciera ser ésta la verdad enquistada en mi alma... Y, cuando por fin parece que voy a echar las anclas, algo adentro mío se las ingenia para que esto no suceda. O la vida, que al final se muestra condescendiente conmigo, levanta mis velas y revoluciona los vientos. Sé que si decidiera ser honesta y enfrentar esta realidad debería cambiar mi trabajo por alguno más fiel a mi naturaleza.

He elaborado, luego de hacer una cuidadosa evaluación de las opciones, en una noche lluviosa, dominada una vez más por el insomnio y la introspección, la siguiente lista de trabajos que debería perseguir:

  1. Pirata (no voy a ocultar mi pasión por las películas de Errol Flynn)
  2. Mosquetero
  3. Trapecista en un circo ruso
  4. Robin Hood
  5. Viajero errante
  6. Tom Sawyer (marcó mi infancia, tampoco lo puedo evitar)
  7. Mercader
  8. Inspector Poirot
  9. Piloto de DHL

Et tout le reste est littérature, et colère.

martes, 28 de abril de 2009

El último bastión

Acorralada, a punto de plantar bandera, al borde de la capitulación -suspiro, continúo- retrotraída al último rincón de mi trinchera, me sumí en horas de sueño y porciones de torta de canela (aún cuando odio la canela y su olor), buscando una señal.

Podría haber hundido mi cabeza en el inodoro, agregándole shampoo al agua para que cuando tirara la cadena la tortura se intensificase por la picazón en los ojos (el shampoo todavía me hace arder los ojos, como cuando tenía 4 años y odiaba que me lavaran la cabeza) Podría haberme sumergido en un río de vino tinto o flotado en un universo sonoro, pero no.

Pensé, en cambio, en el delirio de los mundos que crea mi mente (algunos los escribo, otros los habito) y me di cuenta de que ya no había escapatoria (ni en inodoros, ni en ríos de vino, ni en universos sonoros, ni en el insomnio de la mente).

Estaba sitiada. Y, aún cuando me encontraba en esas horas de la noche en las que la capacidad de pensar se vuelve un elemento de tortura y conciliar el sueño se sabe será una empresa napoleónica, caí dormida.

Y en el sueño ¿lúcido? me di cuenta, que aunque ya me encontraba en el último bastión, todavía había, todavía hay, espacio para la resistencia.

jueves, 23 de abril de 2009

Disciplina

Quería escribir sobre disciplina y terminé escribiendo sobre alienación.

Cuando iba por el tercer párrafo me pregunté: ¿por qué la oscuridad brota con tanta facilidad de mi alma?

Estaba queriendo escribir sobre disciplina y las palabras oscuridad y alma se transformaron en manchas que poco a poco adquirieron forma en la pantalla, haciendo que el sentido que iba a tener un texto se trasformara en otro.

Borro los tres párrafos que había escrito y comienzo de nuevo, no sin notar, con amargura, cuando he alcanzado el cuarto párrafo, que el concepto de alienación recubre nuevamente cada una de mis palabras.

Entonces me detesto a mi misma por obvia. Ni siquiera necesitaba escribirlo, pues esta construcción, por si sola, hace rato se alejó de lo que postula su título para transformarse en un recorrido laberíntico por las avenidas de un cerebro que hace mucho se desconectó de mi cuerpo.

Quería escribir sobre disciplina, pero en realidad tendría que haber hablado de evasión.

Evasión a los quehaceres mayores como el de terminar de escribir esa novela que descansa al costado de mi cama.

¿Será evasión al dolor y al desgaste que ya experimenté que carga ese proceso de creación? ¿Es evasión o es cobardía?

Y ahí estoy de nuevo, girando en círculos. No como un ouroboro, más bien como un perro intentándose morder la cola.

lunes, 20 de abril de 2009

Sueños lúcidos que aparecen sin ser buscados

Tengo un ratón acorralado, juego, no lo lastimo, solo lo veo, lo doy vuelta, no dejo que se duerma.

No quiero que me olvide, pero ayer subió por la pared, la de la cabecera de mi cama y subió no sé adónde, porque yo estaba dormida y no lo vi desaparecer. Y eso que la pared no tiene huecos. Es una pared como cualquiera, empieza en el piso y termina en el techo.

Unos días antes de que el ratón se escapara soñé que me despertaba un ruido extraño. Era una paloma que estaba herida en un rincón de mi comedor.

No me gusta tocar a los pájaros, pero ella no se podía quedar en mi casa, así que junté fuerzas la agarré y la dejé del lado de afuera de la ventana. Entonces pasaron dos cosas: vino otra paloma más grande para alimentarla y vino un cuervo a comérsela. Le pedí a la paloma grande que la cuidara porque yo me tenía que ir. Sin embargo, por las dudas, tapé a ambas con una telita, para que las protegiera del cuervo.

Auto interpretación de mis sueños:

Ratón: aburrimiento, una vez más estoy llegando a ese punto de inflexión que el hastío solamente marca . Estas situaciones, en las que la vida pide con un grito desesperado girar abruptamente, están ocurriendo cada vez con mas frecuencia. ¿Estoy lista? Pareciera que siempre lo estoy, ya que no está en mi naturaleza medir las consecuencias.

Manipulación del ratón: manipulación del aburrimiento. Necesidad de extender por un poquito más el presente, porque sé que el fin es inminente. Es cómo querer prolongar el sabor un poco más, solo un pocó más... El futuro será una terapia de electro choque, una de las pocas certezas que mi experiencia, si es que vale de algo, me permite predecir.

Escape del ratón: ya no se puede retener el presente. El futuro está acá, no verlo sería provocar que la realidad caiga con todo su peso sobre mi espalda.

Falso hueco en la pared por el que huye el ratón: esa pieza estaba ahí, a punto de darme jaque mate, y yo no la vi.

Paloma herida: yo, pero podría ser también solo una paloma herida.

Cuervo intentando comerse a la paloma herida: no debo mirar documentales de PBS, no debo mirar documentales de PBS

Paloma grande alimentando a la paloma herida: creo que uno siempre halla consuelo para el alma, siempre hay un paño tibio para el corazón aún cuando uno siente que se congela, pero solo lo creo, no estoy segura.

Actitud de abandono de paloma herida: es hora de enfrentar el sufrimiento, dejar de evadirlo.

Tela para proteger a palomas de cuervos asesinos: no tiene precio, para todo lo demás, existe Mastercard.

miércoles, 15 de abril de 2009

Encuentro

He decidido bajar al infierno y enfrentar la bestia.

Me pregunto, mientras desciendo, si el calor abrazador me invitará a quedarme.

Me pregunto, ¿cuán sexy es la bestia y cuánto tiempo querré permancer a su lado? ¿Y qué pasará si solo el hecho de verla genera dolor? ¿Podré soportar mi estadía en el infierno?

Anoche rodeé la entrada de la caverna, vi su lengua de fuego que me invitaba a entrar, sentí la esencia irrestible de los aceites que usa para atraernos cuando estamos cerca, pero no entré. Me senté en la puerta. La bestia me observaba desde dentro, con sus ojos encendidos y cautivantes, yo la observaba desde fuera, con mi mirada tímida, cargada de curiosidad.

Quizá esta noche me anime a entrar, quizá esta noche, me anime a besarla.

martes, 14 de abril de 2009

La resistencia del cuerpo

Dolor. La garganta se incendia, el estómago se retuerce, "una vuelta más", dice, "para probar que realmente estás viva. ¿Duele? entonces estás viva, pero ¿estás segura que dolió suficiente?" y ahí va de nuevo, el cuerpo contra uno, ¿o es uno contra el cuerpo? ¿Y quién es uno?, ¿uno es la mente? Manía occidental la de separar el cuerpo de la mente.

Y entonces llega la noche y la conciencia se hace puñal y nos acribilla contra la cama y nos muestra un océano negro frente a nosotros, es azul, pero lo vemos negro, porque se confunde con la oscuridad cerrada del cielo.

Y hoy las estrellas no salieron. Y hoy una nube tapó a la luna. No hay luz... Solo vos, la noche, ese mar que hay que atravesar.... Del otro lado brilla el sol, del otro lado hay mañana, es una certeza que tenemos, pero qué importa, si en esta costa recién ha anochecido.

La vigilia es la respuesta obvia, el imsomnio la salida fácil, el temor al sueño es más grande, la angustia que traerá encerrada la liberación de nuestro inconsciente, una carga demasiado pesada para el alma, pero el cuerpo, el cuerpo resistirá, un poco más, un poco más.

Otra noche sin dormir.

viernes, 3 de abril de 2009

miércoles, 1 de abril de 2009

El problema es pensar

Me acaban de decir, de escribir, que pensar es una maldición.

Concuerdo hasta la locura con ello.

A veces me pregunto porque no habré nacido lavarropas. A veces me juzgo por no haberme ocupado, durante el tiempo ya vivido, de construir un pensamiento lineal, sin caminos alternativos.

A veces me pregunto porque no me atuve a ciertos dogmas, porque no adherí a ciertas doctrinas.

Es mucho más fácil digerir el mundo cuando ya viene masticado.

Escribo esto y sé que no tiene sentido juzgar lo que no pasó, soñar con lo que pudo haber sido, porque de qué sirve construir realidades con los fragmentos del vaso roto del pasado.