martes, 27 de septiembre de 2011

Pero no

Soy un implante en el presente y en este desierto sin soles, sin muertes, sin mi. Busco entre las hojas de un libro una puerta, revuelvo en un cajón lleno de medias con la esperanza, apagada ya en el pecho, pero viva en el reflejo de un charco de agua que se formó entre los adoquines partidos de la esquina, de encontrar mi redención o por lo menos una balsa que navegue los miles de bosques que habité (y odié) y en los que hoy me gustaría pasar la noche. Busco las vías de un tren, el diagrama de unas calles conocidas, una pared que le sirva de almohada a mis parásitos y a la que pueda vomitarle mil y un graffitis sin Sherezade. Busco el hilo de Ariadna, para bajar a la cueva y encontrar a la bestia y no escapar nunca de sus brazos ni de su voz dulce y venenosa y pedirle en un susurro que ya no me viva, que solo me muera, que me desenquiste de este presente sin mi, de este desierto que me seca la sangre, pero no..., pero no..., pero no la vida.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Electrocutada e inapetecible

(Y ahora tengo la mente en blanco, pero mientras dormía las vi,  estábamos ellas y yo a punto de caminar por los campos sembrados de tomacorrientes)

No nos molestó meter los pies en los enchufes, no nos importó electrocutarnos, que el pelo se nos chamuscara y se nos chamuscarnan de igual manera los genitales y nuestro sexo, que la tierra vomitara rayos, asemejándose al cielo cuando despide el agua putrefacta contaminada por las almas miserables de los que se exraviaron jugando con la sangre y  revolviendo las vísceras de otros.

No nos molestó meter los pies en los enchufes, no nos importó electrocutarnos, que nuestras lágrimas y fluídos provocaran un cortocircuito, que se asaran nuestros riñones y que la carne tierna de nuestras nalgas y nuestros senos se tensara, nerviosa y se volviera inapetecible.

(Y ahora tengo la mente en blanco, pero mientras dormía las vi, estábamos ellas y yo, violacias de sufrimiento y blancas de muerte, tendidas en la tierra mojada por nuestros jugos recién exprimidos, pero seca de lamentos de los que nunca nos rieron)

La bestia, que me sigue de cerca aunque yo no la perciba, bajó la cabeza y se sonrió. De su mente ya estaban despegando los cuervos, un par de aguiluchos y unos gorriones empiojados. En vuelo prolijo y austero descendieron sobre mi, prendieron mi piel asada en sus garras y me llevaron a sus brazos sometiendo las fronteras (los pájaros pueden hacerlo, los humanos no).

(Y ahora tengo la mente en blanco)

lunes, 19 de septiembre de 2011

El parto (Serigrafía malograda 9/9)

Se preguntó a sí misma si había habido alguna vez un tiempo en el que las cosas resultaran sencillas. 

Esa mañana había asociado la intensidad de sus orgasmos a los desprendimientos de retina, disloque de hombros, displacia mamaria y ovarios poliquísticos que le marchaban por la vida con la frecuencia espeluznante que expresan los números periódicos después de las comas.

Pensó que si sumaba afecciones a sus aficiones, quizá podría conseguir orgasmos móviles, no solamente los resultantes de la fricción de sus zonas más erógenas. Quizá sus poros pudieran parir placeres. Quizá el apoyarse contra una pared y frotarse contra ella pudiera ocasionarle aquel gran orgasmo. Un último gran orgasmo, multiplicador, mutilador y aniquilador. Se prendería fuego, ardería como fósforo recién raspado.

Repasó: sus poros parirían orgasmos con la frecuencia espeluznante que expresan los números periódicos después de las comas, serían multiplicadores, mutiladores y aniquiladores, se prendería fuego, ella, aredería como arden los fósforos recién raspados, ella.

Respiró. Tenía la boca seca. La bestia la miraba sentada en la cómoda, una sonrisa se le dibujaba en la cara.

Ambas estaban de regreso.

jueves, 15 de septiembre de 2011

El parto (Serigrafía malograda 8/9)

Parió miserias, las parió en chorrera, en serie, un fordismo consumado y perfecto de miserias. Le salían como gusanos en fila, como larvas arrastrándose por una hoja de parra fermentada por el calor del verano que no se apaga y no amaina por mas que le llueva un febrero entero. Así, así se desprendían de su canal las miserias. Pero ella, como una perra de caderas anchas que se deshace en la pujada de su noveno vástago y delirante y enferma y envenada le clava los dientes y se lo come -hiena- así se masticó ella sus miserias recién paridas...Mal paridas todas ellas.

lunes, 12 de septiembre de 2011

El parto (Serigrafía malograda 7/9)

Parió cuatro vacas y un ternero degollado que le quedaron unidos al cuerpo por el cordón umbilical. Entonces la parieron a ella, a ella y a sus vástagos recién nacidos. Y ella también quedó atada a su progenitora por el cordón umbilical. Y su progenitora también fue parida, momentos después, producto de la unión de una mujer con su sobrino, hijo de su hermana, muerta hacia poco más de tres años por un envenamiento auto inducido.

Y ese fue el último de los partos, simultáneos y masivos que ocurrieron ese día y que le ocurrieron a ella, desgraciada entre las mortales, porque había quedado, en un mismo alumbramiento, sellada a su descendencia, sellada a su ascendencia.

jueves, 8 de septiembre de 2011

El parto (Serigrafía malograda 6/9)

Inviable. El feto estaba empiojado.

[Las liendres que le habían poblado la vagina aguardaron a ser dadas a luz, y cuando estuvieron convertidas en millares de vástagos inmundos se chuparon el líquido anmiótico una vez que alcanzaron al útero y henchidos como tumores ardientes, como si fueran soles, resquebrajaron la bolsa y atacaron a la niña]

Inviable. Porque primero había sido inviable en su mente y en su alma.

[Los piojos le laceraron la piel. Llena de escaras, la niña, que aún no había visto luz ni conocido mundo, ni conocería, estaba ardida por el dolor y las infecciones que comenzaban a propagarse en su cuerpo]

Inviable. Porque su amor era inviable, porque ella no tenía espacio para un alumbrado y mucho menos si este era hembra.

[Una septicemia le provocó un paro a la niña, fue dentro del útero roto y fermentado. Putrefacta, sin ojos, sin lengua y sin sesos fue expulsada por las contracciones involuntarias de la madre]

¡Qué me maten! ¡Qué me muera! Y que sea rápido. Antes de que mis ojos puedan contemplar a la inviable - sentenció la paridora

lunes, 5 de septiembre de 2011

El parto (Serigrafía malograda 5/9)

No me es dado recordar acerca de cuántas salvaciones estamos hablando. Fue un alumbramiento por cada salvación. Ella había hallado el cómo. Supo estirpar mis tumores metastásicos, el crecimiento oncológicamente expansivo de mi tristeza, la multiplicación de células decadentes y promiscuas que chupan luz y devastan sonrisas. Digo devastan sonrisas, porque el otro día, mientras iba en el subte, desde Scalabrini Ortiz hasta Catedral, observé las comisuras de la boca de las mujeres de más de treinta, sus labios se acomodaban naturalmente en un arco, gesto reflejo de la amargura. No viene sin embargo al caso hacer una epidemiología del abatimiento, sino quizá dejar sentado que, de manera innumerable,  luego de cada muerte mía, ella me había parido (alumbrado).

Una inyección terminó hace unos días con su vida. Lo supe después. No estuve ahí para despedirme. Y tampoco poseo la capacidad de parir (no pude salvarla). Esto lo sé, porque de la misma manera que he abandonado a los pájaros moribundos de mis sueños, la abandoné a ella.

El amor, que ha sido fundado en mi por el abandono, ha hecho del abandono su único vector y por lo tanto un parto siempre inconcluso.