viernes, 14 de enero de 2011

El tipo

Ella esperaba el colectivo, cada mañana a las siete y media. Tenía dieciséis años. Era una mezcla, algo dañina, de sabelotodo con chica ingenua.

Él aparecía a esa hora, pasaba caminando para ir a trabajar y se detenía frente a ella.

Él tendría cuarenta y tantos, quizá cincuenta. Sabía que la vería, así como ella sabía que el tipo vendría y entonces otra vez la misma historia, él le repetiría, hasta que llegara el colectivo, todo lo que haría con ella si le diera la oportunidad. Ella, solo perdía la vista en la calle, sin nunca mirarlo, sin jamás dirigirle la palabra. Tenía la caprichosa e inocente certeza de que él nunca se atrevería a más, pensaba que como mucho luego se masturbaría pensando en ella en el baño de la fábrica, si es que en realidad trabajaba en una.

Nunca pasó de allí. El tipo podría haberla violado. Le hubiera resultado simple. Sobre todo en esas mañanas oscuras de invierno donde ni los perros aúllan y a las esquinas de barrio unos pocos se les atreven: una chica que va al colegio, un tipo que va a trabajar...

Hoy recordó al tipo y su incansable detenerse en ella. Sus ojos encendidos, su susurro angustiante. Hoy recordó la piel suave de la chica de dieciséis, peligrosamente terca e ingenua.

Hoy desnuda un texto en tercera persona, porque no se atreve a desnudar un miedo en primera. No esta noche, aún cuando no haya esquina ni barrio ni jaurías ausentes.

Hoy, cuando lo único que quedan son las vacas.

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