martes, 30 de septiembre de 2008

Redención - Sábado por la tarde

El universo fluye hacia mi y yo fluyo hacia el universo.

Me siento nada, o mejor dicho les cuento lo que siento, siento que no tengo huesos, siento que solo soy piel inflada, inflada a punto de reventar, como un globo.

Un globo. Un globo de esos a los que temo, porque sé que pueden explotar y entonces me voy a asustar. Abro paréntesis ahora que llega esta imagen a mi mente (¿será que asocio a los hombres con globos, y por eso también les temo?)

Siento cosquillas en mi cabeza, siento dolor en los pies, siento el estómago que hace ruido, inmediatamente adquiero la imagen de ese cuento de Edgar Allan Poe sobre el extraño caso del señor Valdemar, donde don Valdemar se pudre en cuestión de segundos y pienso, no puedo dejar de pensar, que Valdemar y yo somos una misma cosa. Y que yo, como él, me pudriré. Y todo demandará la inmediatez de un suspiro.

Pero la sensación mas fuerte llega en cuestión de segundos y llega a mi garganta. Siento que la inflamación en esa zona no va a resistir más presión y entonces sí, definitivamente explotaré.

Luego una voz dulce me habla. Me está diciendo algo, lo mismo que estoy pensando. Lloro. Creo que lloro. Abro segundo paréntesis. A veces creo que lloro, pero últimamente no me salen lágrimas. Igual, para mí, es como si estuviera llorando, porque el sentimiento lo tengo. Aunque no es lo mismo llorar con lágrimas que sin. Llorar sin lágrimas es como contener un estornudo.

Me siento fuera de mi cuerpo. Me siento regresar.

Siento, por lo menos por un rato, redención. Me acuerdo de Borges, me acuerdo del cuento El hilo de Ariadna y de ese pasaje que dice: "¿Me creerás Ariadna? - Dijo Teseo - El minotauro apenas se defendió".

El minoturo, como yo, quería ser redimido.

viernes, 26 de septiembre de 2008

La imaginación sitiada

No estoy haciendo un estatuto en defensa de la ignorancia. No me interesa. Pero creo que algunas cosas son más lindas -nos mantienen vivos- cuando conservan su misterio. El universo y sus enigmas, por ejemplo.

Quizá prefiera conservar una visión romántica del mundo y, quizá, eso implique que elija seguir fascinándome ante esas cosas que me dejan con la boca abierta.

No me emocionó saber que el colisionador de átomos, "the large hadron collider", haya comenzado a funcionar. No me emocionó saber que unos científicos brillantes ahora van a poder recrear el momento de la creación.

Me encantaría poder preservar, para mí, no digo que para toda la humanidad, solo para mí, el misterio que envuelve el universo. Ahora bien, cómo evito saber sobre los resultados de este colisionador, si la información está en todas partes... Pareciera que, por más que yo decida no saberlo, pues lo tengo que saber. La información a veces es demasiado autoritaria.

En otra época, seguramente en otro contexto, seguramente con relación a otras cosas Nietzche escribía algo así como: "De una vez por todas, hay mucho que no quiero saber. La inteligencia pone límites, aún al conocimiento"

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Purga filosófica de un miércoles

Trato de no pensar demasiado pero el pasado viene a mi como un tsunami de mierda. Me tapa y siento que me ahogo. Me cuestiono, intento racionalizar las cosas y entonces soy consciente de que lo único que logro es agregar más mierda al mar que ya me tapa.

Pienso, no se si Sartre me habrá afectado mucho el cerebro y el juicio, que este instante que pasa, pasa, se va, adiós, no lo veo más y entonces me pregunto si tiene sentido planificar demasiado. ¿Planificar qué? La suma de instantes que habrán pasado, que se habrán ido... Pensar en mañana, me permito dudar.

Trato de mantener mi mente en este instante que se me escapa, se escurre como agua entre mis dedos.


Necesito vomitar las palabras que se forman adentro mio y me colman y entonces ya no encuentran espacio y  es lo que digo, hay que vomitarlas.


Eso es todo.

martes, 23 de septiembre de 2008

lunes, 22 de septiembre de 2008

Orgasmo en la peluquería

¿Alguna vez les pasó? Digo, esto de tener un orgasmo (contenido) en la peluquería.

El lugar se llama Contesta Rock Hair, queda a dos cuadras de mi casa. Los peluqueros son italianos o neoyorquinos hijos de italianos.

La atmósfera del lugar es como la de cualquier peluquería moderna, cool, columnas sin terminación, piso y techo desvestidos mostrando el cemento desprolijo. Música elctrónica, algo de disco, algo de rock, eclecticismo total.

En el piso, pelos, las zapatillas All Star de los peluqueros y un pomeraña blanco que da vueltas por ahí, busca, de vez en cuando, la caricia de algún cliente que espera.

Me toca Mario.

- I'll be with you in moment, baby.

Pelo castaño claro, piel aceitunada, ojos verdes, remera blanca, pantalones negros y las zapatillas que ni las menciono. Sería redundar.

Ocupo mi lugar en una silla como cualquier otra, frente a un espejo. Mario se sienta al lado mío, me mira fijo "¿Qué te vas a hacer?" Le explico. Su mirada inspecciona mi pelo, mi cara, recorre los contrnos de mi mandibula, mira mi nariz, mis ojos, viendo quizá como aplicar su arte sobre mí. Asiente. Ya había bocetado el corte en su mente. Se para y se va.

Me viene a buscr una chica con el pelo corto, mitad negro, mitad rojo, para lavarme la cabeza. "Me la lavé esta mañana" iba a decirle, pero sucumbo al masaje de sus dedos. Luego me acompaña hasta una silla, una como cualquier otra, delante de un espejo. Mario regresa.

- You know what, sweetie - Me dice - Podríamos rebajarlo un poco más de lo que querés, que parezca más rock and roll. Me mira por el espejo y alborota mi pelo. Un "ok" casi inconciente sale de mi boca.

Entonces todo comienza.

Peina mi pelo con intensidad, separa partes que sujeta con firmeza y luego las desvasta con la tijera, el pelo cae como lluvia en el piso.

- Look down for me honey.

Su palma completa se inmiscuye abrazando mi cráneo por detrás, desliza mi cabeza para un lado y para el otro, con movimientos seguros. Separa mechones, corta, con ritmo, mi pelo y mi respiración. Y la silla, que entiendo ahora no es como cualquier otra, contribuye. Tiene un pedal en la parte trasera, a la altura de las All Star de Mario que él pisa repetidas veces (quisiera poner manteniendo el ritmo, pero ya utilicé este concepto antes) para subirla y bajarla. Escucho el sonido, constante, de la tijera. Lo siento respirar, siento, también, la presión de sus dedos en mi cabeza y entonces, mi flequillo...

- Do you want the bangs shorter?

- Yes!

Da vuelta la silla, pone su cara a la altura de la mia, veo sus ojos frente a los mios, su boca frente a la mia, veo el destello plateado de la tijera deslizarse transversalmente a la altura de mis cejas. Mario está cerca. Mario concluye lo que empezó media hora atrás.

- Hope you see you soon baby.

- Sure - le digo.

Sonrío, pago y salgo del lugar. Pienso que es el mejor corte de pelo que me han hecho en mi vida.

viernes, 19 de septiembre de 2008

La vaca nunca estuvo ahí

Comenzó en ese entonces, había salido a caminar por ese parque que de pronto se volvió bosque, el día que la tarde se hizo noche y mi cuerpo fue consciente de los demonios que ha sabido albergar y aún hospeda.

Los tiempos, fríos, me aguijonearon. Todos los fantasmas estaban allí. Habían llegado desde los ayeres, los presentes paralelos y simultáneos y los futuros, los reticentes y los obvios, pero no por eso menos angustiosos.

Estaban todos, menos la vaca.

Comienzo.