martes, 27 de abril de 2010

4:30 AM

Entre las cosas que me han comenzado a suceder, ahora que vivo del reverso (órganos hacia afuera, piel hacia adentro) hay una que particularmente me llama la atención, no porque implique un gran cambio, todo lo contrario, se trata de una mínima, aunque caprichosa, modificación de los hábitos: he dejado de desvelarme a las 3:30 AM. Quisiera decir que fue a causa de alguna alteración biológica que mi despertar de madrugada se retrasara una hora; aún no puedo afirmarlo.

Sí, he descubierto que despertarse a las 4:30 AM conlleva ventajas que no tiene hacerlo una hora antes: los sueños, soñados justo antes del despertar, contienen información reveladora; estos sueños son recordados.

Hoy sé que en el lugar geográfico donde se cierra el círculo solar solo hay un limón seco, no un árbol como muchos creían.

Son 5:13 AM, espero poder dormirme otra vez. No espero, en esta ocasión, un sueño develador.

domingo, 25 de abril de 2010

Vacío

Fórmulas posibles a las que intento llegar un domingo a la noche, una noche cualquiera, sin atmósfera especial ni clima perfecto; ecuaciones irreconciliables de un día iconoclasta, sin perfume, sin música, sin romanticismo, sin excesos, ni dibujos, tan vacío el domingo que hasta la prosa se desnuda para dejar ver que sus huesos no son otra cosa que una ecuación imperfecta, un axioma de color gris, o varios:

Persona x = Universo x
Historia = persona x.n.universo
Vacío de hoy = persona x.n.universo+ persona y.n.universo

martes, 6 de abril de 2010

La cárcel de los otros
















La vi el viernes en el Central Park. Supe, de inmediato, que ella también habitaba en cárceles

lunes, 5 de abril de 2010

Inconciente

Aún no tengo memorias de la transformación (órganos hacia afuera y piel -que también es un órgano, para no faltar a la verdad- hacia adentro), pero me he dado cuenta -de a poco me voy dando cuenta de mis nuevas realidades- que mi inconciente quedó al descubierto.

El aire le pega y le molesta.

Y yo, por primera vez, lo veo, lo veo porque mis ojos giran trescientos sesenta grados, una nueva habilidad que adquirieron, se ve que con la transformación.

Visible entonces, estoy en condiciones de decir que mi inconciente está formado por mapas de mi vida pasada, incluso de aquella que casi no recuerdo haber vivido. También hay símbolos complejos -Quizá entre sus códigos encuentre las memorias de la transformación-.

Aunque de qué me sirve -pienso- seguir hurgando memorias, si cargo una angustia inmensa que me pega y me fastidia tanto como el viento este que sopla molesta a mi inconciente -justo ahora se le ocurre soplar, ahora que mis órganos están al descubierto y ni hay piel que los proteja-.

La angustia que cargo, decía, creo entender -porque las certezas se han evaporado, si es que alguna vez estuvieron solidificadas-, está relacionada con las múltiples cárceles en las que he vivido ¿de un tiempo a esta parte?

Me enloquece la idea de pensar que no conozco otra cosa que cárceles.