viernes, 31 de diciembre de 2010
Sombras
No son palomas ni conejos, esas formas.
Son un revólver, un gatillo, el triángulo de las Bermudas con algunos portaviones hundidos en una época que escapa a los recuerdos propios y ajenos, el ladrido de un perro, un órgano que suena en el fondo del mar, una mujer que pereció hace algunos siglos, pero que aún no se descompone (canonizada sería si la encontrara el cura de la única parroquia que se sostiene sobre pilotes en el riachuelo), un gasoducto que cruza el desierto y varias fronteras. Tres guerras, algunas epidemias y solo un tiempo de paz.
Sombras chinescas. Pared. Mi pierna. La luz proyectada y la vaca, que nunca estuvo ahí.
Aún aquí
Un piano suena, una radio me lo acerca. Algunas voces lejanas llegan desde las mesas del bar y se confunden las lenguas de esos individuos en mi. Quiero su silencio, porque no me interesan sus historias que contaminan mi bosque, mis cárceles, el camino no andado y a la bestia.
Las fosas nasales se abren (las mías) como si fueran las branquias de un pez, tienen náuseas, quieren vomitar el aire infectado con olor a desodorante que se desprende de las axilas de un fulano que viene bajando la escalera. Hedor a periferia.
Diciembre resiste y resisten con él los cánceres que había jurado estaban secos.
Diciembre sigue aquí. Diciembre aún eyacula.
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Diciembre
viernes, 24 de diciembre de 2010
Si se calman
Úteros convulsionados, agitados, en retirada y en avance, en plena contracción o en diáfana expansión. Al borde de la rotura los úteros nos han separado por unas horas, unos días o semanas. Tal vez.
Cuando se sincronice nuevamente nuestro fluido, nuestra tela y sus costras, será.
martes, 14 de diciembre de 2010
Piano secuencia [sin el piano]
lunes, 13 de diciembre de 2010
Conjugados
La bestia me mira por el espejo, no está en la habitación, ni en el baño, pero sí está en el espejo. Hoy lo habita. Me mira, decía, y se sonríe, sabe que mis intentos son vanos. ¿Piensa que yo no puedo contra los pájaros?
El bosque crece, se agiganta y me encierra, de repente no son árboles ni hojas, solo cuervos, algunos negros y otros azules los que lo conforman.
Las vacas se fueron, la buscaron a ella, me consta, pero inútil era su búsqueda, ella nunca estuvo ahí.
Un colibrí chupa mis intestinos y el esqueleto de un gorrión anida en mi útero, yo sé que hubiera querido mi hígado, pero no encontró el camino, como las vacas, que nunca llegaron a Santiago de Compostela.
En el pasillo hay olor ajo. Me río. La bestia se da vuelta en el espejo con la intensión de dormir y yo me siento en la bañera a esperar que el hedor a pájaro se conjugue con el del ajo y juntos se me unten en la piel. Pienso, si por lo menos oliera a vaca.
sábado, 11 de diciembre de 2010
Estigma
Hoy no eligió la noche ni mi dormir, hoy se hizo estigma en el vidrio mismo. Lo vi esta mañana, me quedé parada frente a su marca, sonreí con el alma dolorida. Había trascendido los sueños, zombi, transitaba mi dimensión consciente.
No sé si murió por el impacto. No sé si simplemente vino a redimirse, a redimirme o a aterrorizarme, mostrándome que conoce el camino, que para él no hay fronteras que separen el sueño de la vigilia.
Hay otro asunto en esto, una coincidencia, fortuita (?),que me deja intranquila; al igual que en mis sueños, de la marca que ha dejado en mi ventana elijo perderme en lo que es o fue su mirada.
Marca delineada en el vidrio
Marca en el vidrio sin delinear
viernes, 10 de diciembre de 2010
Periferia
Pienso, en la somnolencia de la hora, que creo que eliminaré mi ser de la periferia. No me entusiasma su existencia allí, no sé si quiera explorarla, no sé si quiera conocerme en ella. Me apuñala los ojos el saberla. Me acribilla el paladar el olerla. Se incendian mis órganos ante la posibilidad de ser tocados por sus venenos y sus gases, por sus novedades.
Si la periferia no se derrumba me suprimo de ella.
lunes, 6 de diciembre de 2010
Nómades
Hoy seguimos en el bosque, ella duerme aún, yo no he podido pegar un ojo, después de que me hablara esta mañana, quizá ayer por la noche, quién sabe cuando fue en realidad, a quién le importa, el tiempo no es un problema para la bestia y para mi. Nuestros relojes se detuvieron hace algunas décadas, los que llevábamos en la mano izquierda, porque ahora usamos otros en la derecha, pero esos no nos importan, porque son funcionales y solo nos dicen la hora.
La odio, a la bestia, odio su belleza cercana, odio su ternura y la dulzura de su mirada, extraviada y llorosa, odio su voz fría que corta mi corazón con cada palabra, que hace orificios en mi cuerpo, por donde entra el espanto que me derrota.
Quisiera matarla, pero si la mato a ella me muero yo.
domingo, 5 de diciembre de 2010
Esta vez, otra vez
No la escuchó llegar, tampoco supo que habían vuelto al bosque, pero lo entendió inmediatamente, cuando sintió su aliento, que allí estaban ambas.
El aliento de la bestia no era fétido ni hermoso, no era claro ni oscuro, ni cálido o frío. El aliento de la bestia estaba cifrado y ella lo había dilucidado un par de años atrás. Sintió su aliento. Tuvo miedo.
Había dormido, pero había perdido la noción de cuándo el sueño la había devorado, a ella, que siempre se había vanagloriado de controlarlo.
Estaba despierta ahora, desnuda sobre las hojas, le dolía la garganta, tenía anginas; la bestia estaba tendida a su lado, eran como dos perros mojados...la bestia tenía los ojos inyectados, no por la furia, sino por el llanto. Sus ojos siempre lloraban, ella lo sabía, desde la primera vez que la había visto, no hacía más de dos años, cuando había bajado a buscarla.
Se miraron, la bestia habló, le dijo lo obvio, suavemente, lo que se cifra en los ciclos y el miedo fue puñal que le abrió el corazón. Ella no podía responderle por las anginas. Lloró, ahora la que lloraba era ella, por la impotencia de no poder articular palabra, por la frustración de no ser capaz de escupirle las anginas ensangrentadas en los ojos. Por no poder decirle: esta vez no.
La bestia suspiró, se sonrió, entendiendo quizá lo que ella no había podido manifestar y con condescendencia le aclaró: 'esta vez' significa que hubo otras veces antes, 'esta vez' es otra vez repetida, repetida, repetida.
La bestia se durmió, con paz en el rostro, pero ella no pudo por miedo a la locura. Tembló, prefería cárceles y anestesia (otra vez, otra vez, otra vez).
sábado, 4 de diciembre de 2010
viernes, 3 de diciembre de 2010
Quiero
Me molesta, deseo borrarlo de mi cuerpo.
Odio las cosas que no pueden ser extirpables.
Quise ayer, porque mi mamá me ama.
Hay sol, pero está nublado.
Composición. Tema: la vaca.
jueves, 2 de diciembre de 2010
Peregrinas
No partieron de Santiago de Compostela, nunca llegaron a Roma ni llorarán en el muro de los lamentos. No se bañaron en las aguas del golfo, ni bucearon las muertes del toro en una plaza colombiana. Me caminan los intestinos en cambio: la buscan a ella, que nunca estuvo allí.
3,33 periódico
Te escribo para matarte, te escribo para morirme. Es en vano, fracaso, seguís creciendo.
Es agotador este asesinato que no termina de perpetrarse. Fracaso. Cada letra una puñalada, cada puñalada una muerte inconclusa que germina en parásitos, larvas, copulan, me habitan, son millones, me pueblan, son pueblo en mis órganos, son colonias en mi garganta, son mugre en mis víceras. Una agonía ligera que se ríe como hiena. Risa que retumba en mi cráneo y se transforma en alfileres que me pinchan el cerebro.
Escribo para matarte y morir y no muero y vivís. Te regenerás. Fracaso. Intento, pero fracaso.
Mi garganta llora aire. Mis ojos no tienen lágrimas.
(y sigue hacia el infinito)