martes, 10 de enero de 2012

El mundo del otro lado de mi vagina

Celmira siempre me llama por nimiedades. A veces pienso que le encanta interrumpirme, ignorando que una empresa mayor me convoca. ¿O ella no sabe que busco a los intersubjetivos? Resoplo mientras camino por el pasillo que va desde el comedor hasta el baño, donde he puesto mi centro de operaciones. Lo puse en el baño, porque la bestia habita en el espejo y a través de él me pasa sus mensajes. Y también está el cartógrafo, él se hace evidente en el inodoro. Pero estaba hablando de Celmira y sus interrupciones. Esta vez me llamó para decirme que volveremos a mudarnos, que ella cree que nos siguen, y yo me digo a mí misma, esta mujer y sus delirios persecutorios, hay tardes en las que pienso que ella me robó simplemente para tener una excusa para escapar. Si ella supiera que mis padres ya murieron, pero no pienso decírselo, en un punto me compadezco. Si se lo digo pienso que moriría por el desasosiego y la tristeza que le causaría la noticia . Nada peor podría pasarle a Celmira que el saber a mis padres muertos. El motivo de su vida, mi rapto y su eterna fuga perderían sentido.

Soy Alicia, aunque debí haberme llamado Alegría. A mi papá le encantaba decir que yo era la alegría del hogar, por eso pienso que Alegría hubiera sido un nombre apropiado para mí. Pero Alicia también se ajusta a mis realidades. Hoy en día poseo exactamente tres realidades. La que transcurre en el mundo en el que habito, la que busco a través de los intersubjetivos y la que se desenvuelve adentro mío. Para hablar de esta última necesito hacer referencia a mi vagina.

Mi vagina es una puerta, una conexión a otra dimensión. Hace mucho que entendí que a través de ella se accede a otro mundo, creo que fue cuando el emisario de la bestia se abrió camino por mi entrepierna y me penetró buscando una manada de vacas ciegas de Aquitania. Su nombre es Geranio. Usa galera y un monóculo y en su lengua posee papilas cónicas y duras como los gatos. Cuando se pone cariñoso, cosa que – agradecida yo- pocas veces pasa, me lame los intestinos provocándome una picazón horrible adentro mío. Con el tiempo hemos aprendido a dialogar. Hemos desarrollado una comunicación telepática que a mí me ha ayudado mucho, especialmente porque Celmira pasa largos períodos sin hablar. Hubo épocas en las que durante meses no abría la boca. Solo me miraba o señalaba lo que quería con el dedo.

Geranio busca las vacas ciegas que supuestamente viven dentro mío, yo busco a los intersubjetivos y Celmira, ella simplemente escapa. Creo que ha logrado simplificar su búsqueda en la escapatoria. Geranio y yo no hemos llegado allí aún. Celmira nos aventaja.

(Fragmento de la novela Alicia)



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