lunes, 6 de junio de 2011

Según se ha dicho de nosotras

Nos encontramos en el habitáculo, las vacas y yo. No sabemos muy bien a que hora llegamos, solo que estamos aquí. Rechinan mis dientes. Impera la confusión y acaso el caos. Hay susurros constantes que construyen historias múltiples de una misma situación que es propiedad de nuestros pasados, tal como imaginamos cuando nos fue develado que este lugar sería nuestra próxima parada.

De fondo suena una radio vieja que hace algo de interferencia, un tango le pisa la voz al presentador del rotativo de noticias. Y viceversa y viceversa y viceversa y viceversa y viceversa y tango y presentador y tango y presentador y tango y viceversa y presentador y viceversa al ritmo de mi taquicardia y la taquicardia de las vacas.

No hay ventanas en el habitáculo, en realidad no sabemos cómo luce este lugar, pues creo que no vemos, solo reproducimos imágenes mentales, tomadas de las construcciones realizadas por los que nos piensan en la superficie. La Jersey me lo confirma ventrílocuamente, fue en ese viaje en barco por el índico que desarrolló la habilidad.

Escucho. Refieren unas voces en polaco que la pinzgauer habitó los suelos de ese país, pero también la recuerdan unos parlamentos en ruso en las cercanías de Petrogrado, en los tiempos del Soviet. De la rubia de Aquitania, esto es raro, no hay menciones en francés, solo en una lengua nórdica, podría ser sueco, aunque también finés.

Entiendo. Geografías superadas, las voces nos construyen con pieles de diferentes matices y siento que eso no sería tan grave como cuando nos enuncian vidas tan disímiles a las que nuestro propio recuerdo formula.

Unas voces familiares me cuentan en un lugar en una fecha y durante un suceso que difiere completamente con el recuerdo de mi factura, ese que yo le aporto al habitáculo. Dicen que dibujaba una virgen en un pedazo de papel, en una habitación oscura, mientras yo me cuento sembrando en un macetero una comunidad de lombrices extraídas del jardín de los Gutiérrez Arregui, antes de la inundación del 85, ¿o fue después?

Cierto es que el habitáculo nos duele en diferentes lugares de nuestros cuerpos a las vacas y a mí.

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