lunes, 4 de abril de 2011

Francotirador

(Ayer a la noche)

Apagué la luz del velador, albergando la ilusión de que podría hacer lo mismo con mi vida.

(Sin embargo)

Lejos de caminar entre los cuerpos de los muertos navegué por las aguas empantanadas de unos sueños rancios. Rancios, porque viejos conocidos, ya estaban vencidos. Mudanzas, pájaros, seres del pasado y la cara de la bestia, que se dibujaba sobre los azulejos blancos del baño de la terapia intensiva de un hospital.

(Ayer a la noche)

Soplé la luz de las velas creyendo que un soplido podría también terminar con mi vida.

(Ignotos)

Los mares que navegué estaban templados. Así y todo los pájaros que me habitan intentaron salir. (Ayer a la noche), rompieron mi cráneo, se desprendieron ensangretados de mi corteza viva, aunque deseosa de muertes y se dieron a la fuga.

(Ayer a la noche)

Busqué al francotirador capaz de acabar con los pájaros. En vano, todo fue en vano.

(Hoy)

Desperté pensando que como las luces de velas y veladores, intermitentes, agotadas, me desvanezco solo por el hecho de pensar que la vaca no existe. Que nunca estuvo allí.

(Aunque no quiera)

Me desarmo del dolor. Una vez más me repito, esparando aprender, que viviré sin las vacas o con sus ausencias.

(Hoy)

Un señor suspendido a la altura de un cuarto piso limpia el ventanal que miro, entre los rastros de detergente se dibuja sonriente la cara de la bestia.

(Solo)

Confirma mi certezas de vacas ausentes.

(Sola)

1 comentario:

Nelais dijo...

todos tenemso una vaca en el placard