domingo, 24 de abril de 2011

Interludio: piromanía y helado de limón con champagne

Esta madrugada desperté con la esperanza de estar rodeada de vacas.

Sin embargo, lejos de todo lo que la periferia pudiera ofrecerme en materia habitacional matutina, sólo encontré una definición de mi misma. Definición que por la hora en la que fue interpretada bien podía igualarse a una rara avis, al hallazgo de un número primo por encima del millón trescientos cincuenta mil. No había dudas, pasados unos minutos, de que estaba frente a una definición de mi misma que había sido afilada como lo son las definiciones catalogadas en un diccionario o las de una entrada de la enciclopedia británica de mil novecientos sesenta y tantos que hoy descansa con el lomo medio ajado y las hojas llenas de un polvo rumiante que le presagia una muerte golpeada por la fagocitación y el regurgite, se trataba de una definición certera.

Me definía esta mañana: un impulso piromaníaco a quemar todas las primeras páginas de mis libros y una necesidad de helado de limón con champagne, para cambiar el sabor que dejaran las vidas pasadas y poder presentarme ante las nuevas con un paladar renovado.

Quizá, en definitiva, sólo sea un tema de etiqueta y no de definiciones. Esto lo pienso a un día de haber soñado una palabra que definía a aquellos que nacen pudiendo escribir con una mano y luego la traicionan para escribir con la otra y no, no se trata de diestros o siniestros. No en este caso.

No hay comentarios.: