jueves, 18 de noviembre de 2010

Por donde entraron

Me conformaron los pájaros. Los procesos por los que se integraron fueron variados. Al principio yo tenía un cuerpo, como el de cualquier ser humano, pero ya no, ahora no sé si siquiera tengo alma.

Los primeros pájaros me entraron por la boca. Yo la cerraba fuerte, apretaba los dientes, pero un pájaro grande se las ingeniaba para meter su pico cerrado entre mis labios, abrirlo y entonces abrirme. Le dio paso a otros pájaros, eran cuervos, esos pájaros.

Empezaron a meterse en mi boca, primero de a uno, luego de a muchos. Sus plumas se me pegaban en el paladar, se me incrustaban en la garganta. Hubiera querido toser, vomitar, escupir, hasta producir llanto en mis entrañas y evacuarlo por mi boca pero nada de eso pasó. Ellos entraban, se deslizaban por el esófago, como un tubo endoscópico, pero rompiendo mis órganos.

Así se metieron los primeros pájaros. Pensé que iba a morir, pero ahí seguía yo, con ellos adentro.

La segunda tanda entró por mis venas. Volaron unos cuantos desde un árbol, un árbol cargado de pájaros, un árbol formado de pájaros y se me posaron en las manos, eran colibríes. Con esa suspensión particular que logran en el aire se detuvieron a la altura de mis muñecas y detrás de mis rodillas y me picaron las venas, les hicieron agujeros, pero la sangre no caía, los esperaba como un riacho virgen a ellos, los pájaros, para que la nadaran. Y resulta que ahora los pájaros nadan.

La última tanda se me metió por el ombligo, pero no hicieron mucho esfuerzo, no, escondían el pico entre sus alas, como cuando duermen y con la cabeza empujaban hacia adentro de mi, abriéndose paso. Y desde adentro rompieron mi piel, quizá se la comieron, pero luego me prestaron sus plumas, sí, para que mi órganos pudorosos no quedaran desnudos.

Los cuervos mataron a los colibríes, por lo que ahora estoy hecha de cuervos, llena de ellos, pero no puedo volar. Inútiles seres.

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