lunes, 2 de marzo de 2009

Ausencias (en mi casa)

Reflexioné sobre las cosas que no están, que nunca estuvieron, como la vaca, que nunca estuvo ahí.

Vi mi sillón y vi a Tim Burton, que nunca se sentó en él.

La salida al océano de Bolivia estaba pintada en un cuadro que colgaba sobre una pared que nunca fue levantada.

Miré mi cocina y sentí el olor de un pescado que nunca fue horneado (que nunca será).

De mi dormitorio al comedor circulaba, en puntitas de pie, una compañía de ballet ruso que se desintegró en 1934.

Entre mis libros encontré esa novela que aún no escribí y una traducción a una lengua olvidada de mis obras completas (Suena a muerte pensar en obras completas), mientras, un tocadiscos que se rompió en la década del 70’, hacía sonar incesante la música de una película muda.

Busqué apartar mi mente de tanta imagen. Me paré, entonces, en la puerta del baño, donde descubrí a un Emilio Salgari desvelado, escribiendo, acostado en mi bañadera, una nueva historia de Sandokan. Su imagen no se reflejaba en la mampara, era la cruz del sur la que se dejaba ver como estigma en el vidrio.

Cansada me acosté en mi cama pensando en ese Aleph que Borges me había regalado la noche anterior ´lo dejo en tu biblioteca’ me dijo el viejo y se marchó.

Soñé la geografía de Persia.

1 comentario:

Quike Guadamuz Cisneros dijo...

Yo tambien busque barcos donde no los habia dejado, y no encontre sino arena, sino piel de pescado muerta, sino luces de buques a lo lejos. Sali a buscar Borges y encontre a Eleonora.

Sos una maga!

Enrique