sábado, 24 de enero de 2009

M!, duele

AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH.

ah.

AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH.

Tengo una espina clavada en el cerebro. Creo que se quedó trabada en la amigdala. Me duele mucho. La información no está llegando al hipocampo.

AAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH.

Necesito un helado de chocolate con almendras.

viernes, 23 de enero de 2009

El poder curativo del vómito

Los días pasados fueron movilizadores. Odio las palabras comunes, pero no pude encontrar otra mejor para la ocasión y la realidad es que creo que en este caso "movilizadores" es la expresión correcta.

Días de mucha anguastia que fueron precedidos por una situación irreal que necesitaba encontrar un fin, y esa necesidad, esa necesidad de desafiar constantemente todo en la vida, de ponerlo todo a prueba, de someterlo todo a examen, de escrutar (ahí donde no se debe, o sí, quien sabe)...también tiene un precio.

Pero para avanzar, para movilizar, quizá haya que desafiar. Y entonces claro, angustia, y entonces claro, otra crisis. La solución se presenta por sí sola: el vómito.

El vómito, como cuando uno come en exceso y necesita la purga rápida. La diferencia en este caso es que el vómito se expresa de otra manera, con la verborragia, con la eyaculación de palabras a través de estos dedos que tipean, con los orgasmos repetidos, solitarios.

Ahora estoy tranquila. Creo que vomité suficiente. Me quedó ese sabor feo en la boca, pero todos sabemos, que no es duradero.

jueves, 22 de enero de 2009

21 de enero - No fue la luna, estoy casi segura.

Primero la reacción positiva y después la frustración. El día no empezaba bien. Ya estaba triste y eran solo las 9 de la mañana.

Después esa necesidad del golpe con la realidad y de querer que la realidad me golpee, la provocación... El gritarle a la realidad en la cara, con esa fuerza que se esconde en lo más hondo de la garganta, en el estómago quizá, en el vientre afirmaría con certeza: PUTA. Y la satisfacción de volver a gritarle otra vez más: PUTA. Y en la pronunciación de cada letra, las gotas de saliva que salen de la boca.

Y después el llanto, el llanto pospueto, pospuesto después de un año en el que las lágrimas sí fueron necesarias, pero por alguna razón decidieron esquivar mis ojos y condensarse en mi garganta.

Algunas voces llegaron desde lejos, otras desde muy cerca, pero en tal caso, las primeras especialmente (tan hermosas como las segundas) me confirmaron una vez más, que la distancia es solo un estado mental. Luego un breve estado de tranquilidad. Decisiones a tomar, por una mente que pide a gritos parar de pensar. Un día, aunque sea.

Una noche fría, un orgasmo único, pero solitario, una cena mexicana, algunos orgasmos más, también solitarios...Y el deseo interno de sufrir una lobotomía por la noche.

5:30 AM. No hubo lobotomía, sólo fantasmas que fueron y vinieron en una noche fría, sin luna llena.